Buenos Aires — La reestructuración de deuda de 2020, encabezada por el entonces ministro de Economía Martín Guzmán, dio como resultado la emisión de bonos gemelos, unos con legislación de Argentina y otros con legislación de New York.
El GD30 (ley extranjera) y el AL30 (ley local) terminaron casi a la par: US$68,32 el primero y US$68,21 el segundo, lo que refleja que la perspectiva de pago ahora es lo suficientemente sólida como para que los inversores estén indiferentes entre enfrentar un tribunal argentino versus uno internacional ante una eventual cesación de pagos de la deuda.
Esta cercanía entre los precios de ambos bonos se debe a la esterilización de pesos por parte del gobierno mediante la venta de dólar en el mercado financiero. Sin embargo, la tendencia era a la baja desde hace meses.
Desde la reestructuración de septiembre de 2020, la diferencia promedio entre ambos bonos es del 10%, habiendo hecho picos de 30% a mediados de 2023. A medida que los fantasmas sobre una potencial reestructuración se alejaban, el spread bajó casi ininterrumpidamente.
A pesar de que no se ve un justificativo concreto para que este spread se vuelva a ensanchar significativamente, podría tener más sentido optar por un GD30 contra un AL30. Por lo tanto, se espera que los inversores pasen de AL30 a GD30.
En ese sentido, los analistas señalan que hay atractivo en hacer un swap desde AL30 hacia GD30 para aprovechar el spread por legislación prácticamente nulo que hay entre ambos instrumentos.
Si bien se espera que este spread se mantenga en niveles muy bajos a medida que la curva de Argentina siga normalizándose, el trade tiene atractivo ya que permite ganar la mejor protección legal de los Globales prácticamente sin resignar rendimiento ni paridad, sin tampoco estar perdiendo flexibilidad en términos de liquidez.
Es importante tener en cuenta los gastos en comisiones que pueden llegar a tener que afrontar al vender un bono y comprar su gemelo antes de decidir si les conviene la rotación.